miércoles, 1 de junio de 2016

2:40 am

Miércoles, 23 de septiembre de 2015.

Para empezar, ya es día de la primavera aquí afuera, el lugar que veo distante de mí.
En este año -como en años anteriores- han ocurrido situaciones placenteras y desastrosas; sin embargo, las desastrosas han adquirido mayor relevancia. Lo atestiguo yo.
Empezando por este vacío que nunca me abandona: mi espacio vacío y persistente.
No tuve que mudarme para darme cuenta de ello. Creo que mis relaciones hicieron que despertara y me diera cuenta de que ese espacio ya estaba allí: un espacio vacío durmiente.




Tal vez ha sido todo lo que he visto – como todo el mundo- pero hablo de mí, esta vez, ignorando el dolor del otro que me rodea.
Nada es fácil, ya lo sé; ¡pero qué jodido es intentar y no lograr!
Intentar arrancar esa parte contaminada carente de felicidad.
Intentar el olvido.
Intentar el desamor.
El silencio de esta habitación retumba –contrariamente- por las voces de cada recuerdo que, si bien es cierto, no las he vivido aquí, dentro de ella, me reclaman su derecho a permanecer dentro de mí. No quiero.

Aun no entiendo por qué el dolor cala más que una alegría. O, lo que es peor aún, por qué una alegría es capaz de dejar  tanto dolor.


No hay comentarios: